En los últimos tiempos el darwinismo o darvinismo económico ha fundamentado las estructuras del sistema económico actual. Se supone una libre competencia, de la cual se deriva que sólo las empresas más aptas sobreviven para obtener el grueso de los beneficios existentes en una sociedad determinada. Esto conlleva al estímulo de los esfuerzos individuales en detrimento de las industrias sociales y de los esfuerzos colectivos.
Las recetas para la supervivencia han generado modelos basados en la homogenización de las organizaciones, situación riesgosa en un ambiente cada vez más cambiante.
Se conjuga entonces, un grupo de individualidades que luchan entre sí, negando el apoyo mutuo como parte de una sana evolución organizacional y cualquier intento de solidaridad.
Este último término debe ser visto desde varias ópticas, por tanto no debe considerarse como un término unívoco, sino como fuente de varias clases de actividades, por tanto, se producen varios tipos de solidaridad.
El planteamiento no es negar la individualidad, pero si incluir el altruismo como parte de la dinámica organizacional. Se parte de la idea que el altruismo y el egoísmo en su pura esencia, atentan contra la vida organizacional y los miembros que la desarrollan.
No todo acto solidario es conveniente, ni toda actividad aislada es productiva. Se hace necesaria la interdependencia organizacional. Deben lograrse cambios paradigmáticos que permitan una nueva óptica de la realidad, mediante un ambiente transformador, para lograr una solución efectiva de los problemas.